La regeneración ósea busca poner freno al proceso destructivo ligado a la periodontitis
Inicio » Tratamientos » Implantología »La regeneración ósea en implantología está directamente relacionada con la calidad del tejido óseo del maxilar o la mandíbula y la superficie donde se integrará el implante. Los odontólogos estimamos que la zona de hueso que ha de sustentar un implante debe tener como mínimo unos 10 mm de altura y unos 5 mm de espesor.
Existen dos grandes tipos de técnicas para lograr la regeneración ósea precisada para la correcta osteointegración de un implante: injertos y membranas. Los injertos permiten aumentar la anchura y altura del hueso del maxilar o la mandíbula donde se va a colocar el implante. Y en muchos casos, para la integración del injerto en el maxilar o en la mandíbula, se debe recurrir al uso de membranas que lo sostengan para que no se desplace hasta que se integre en el resto del hueso.
Los pacientes que han pasado muchos años sin dientes y las personas mayores con osteoporosis, enfermedad periodontal y/o fumadoras son quienes más habitualmente necesitan de estas técnicas antes de hacerse un implante dental.
En periodoncia, la regeneración ósea trata de poner las bases para acabar con el proceso destructivo ligado a la periodontitis dental. Esta enfermedad está asociada a un proceso inflamatorio de origen bacteriano que deteriora los tejidos del periodonto que rodea la raíz de los dientes, llegando a afectar al soporte de las piezas dentales.
En los casos de defectos intraóseos, es cuando se lleva a cabo la restauración de todo el aparato de inserción del diente, conformado por el cemento, el ligamento periodontal y el hueso alveolar mediante técnicas quirúrgicas regenerativas.