Agua de mar, en enjuague o bebida, es muy beneficiosa en boca y contribuye a una buena salud bucodental y general. Interviene positivamente en procesos inflamatorios de las encías, previene la caries y el mal aliento, desinfecta, calma el dolor y acelera la curación de extracciones y heridas. Además. se comporta eficazmente en el cuidado de la gingivitis y la periodontitis y, lo mejor, sin efectos secundarios, como alteración del gusto o tinción dental.
Antes de centrarnos en el ‘par’ agua de mar y salud bucodental, y ya que estamos en pleno verano y, sobre todo, si el calor aprieta, es frecuente que acudamos a la piscina y a la playa para pegarnos uno o varios chapuzones y refrescarnos. En cambio, lo que es del todo infrecuente es que asociemos el agua con cloro y el agua de mar con salud bucodental.
La simple y habitual exposición al agua con cloro en las piscinas no es suficiente para dañar el esmalte dental, asociado a desgaste o erosión, ni repercutir en el estado de nuestra salud bucodental. No así en el caso de los deportistas y los ‘nadadores frecuentes’, que mantienen contacto con el agua de la piscina más de 6 horas semanales. Estas personas sí deben tener un cuidado especial, ya que exponen sus dientes de forma continuada a agua tratada con productos químicos.
En ellos sí aumenta el riesgo de sufrir caries y tener depósitos orgánicos en los dientes, sobre todo, frontales y que se presentan con un tono marrón y gran dureza, y que son comúnmente conocidos como ‘sarro del nadador’. Además, la composición química del agua de la piscina puede debilitar su esmalte dental y, en última instancia, puede dar lugar a erosión debido, repetimos, a una exposición continuada.
Nuestra recomendación en estos casos, centrarse en hábitos de prevención como fluorar los dientes regularmente. Basta, por tanto, con cepillarse los dientes con pasta dental fluorada después de nadar en la piscina y acudir regularmente al dentista para, mediante una limpieza, acabar con el sarro.
El agua de mar, por su parte, suele contener microorganismos patógenos y restos de elementos contaminantes por vertidos como metales, gasoil, plásticos o basura y restos de cremas solares, que pueden perjudicar nuestra salud bucodental. Pero ¡ojo! Sólo si nos enjuagamos reiterada y habitualmente la boca con ella. La simple exposición al agua salada del mar durante el baño no hace mella en el estado de nuestros dientes ni de nuestra boca.
De hecho, los enjuagues con agua y sal es una solución que recomendamos ampliamente en consulta, por la eficiencia de la sal como agente regenerador capaz de aliviar la irritación e inflamación de las encías y favorecer la cicatrización, entre otros beneficios.
Agua de mar y terapéuticas bucodentales beneficiosas
Conocidas en China por el emperador Fu-Shi, padre de la medicina marina (2.500 años A.C.), el agua de mar tiene cualidades terapéuticas muy beneficiosas para nuestra salud bucodental.
De igual modo, hace miles de años, las tribus cercanas al mar entendieron el interés de practicar ‘baños de agua marina’ para tratar los problemas bucales, ya que el agua de mar ayuda a fortalecer las encías y, así, prevenir la gingivitis y la periodontitis.
Y ya, a principios del siglo pasado, el biólogo y fisiólogo francés René Quinton descubrió que los componentes del agua de mar eran los mismos que los que están en las células del cuerpo (hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, magnesio, sodio, potasio, yodo, calcio, hierro, fósforo, flúor y zinc). Ésto la convierten en una gran aliada para nuestra salud, en general, y bucodental, en particular.
Según este investigador galo, el agua de mar isotónica, conocida también como Plasma de Quinton, está especialmente indicada en la higiene bucodental infantil y en erupciones dentarias con inflamación. En casos de aftas bucales, candidiasis oral y síndrome de ‘boca seca’, y de gingivitis úlcero necrotizante. En tratamientos de incisiones postquirúrgicas (alargamientos coronarios, implantología, periodoncia, etc.). Y en pacientes comprometidos sistémicamente (pacientes oncológicos, diabéticos, con estados de desnutrición, etc.), a los que se ha de realizar diferentes tratamientos bucales.
Agua de mar, algunas recomendaciones odontológicas
Al hilo de estas ‘indicaciones Quinton‘ y ya en nuestros días, nuestro colega el Dr. José Ramón Sánchez recomienda aplicar agua de mar sobre la encía durante un tratamiento periodontal, antes o después de la intervención del odontólogo.
Tras las extracciones dentarias, se puede enjuagar la boca con agua y sal marina dos veces al día. Y para la prevención de la infección tras la extracción de un diente, llenaremos el espacio donde estaba la raíz con agua y sal marina justo después de la endodoncia.
Y, aunque su uso es menos conocido, el Dr, Sánchez indica que también podemos aplicar la ‘terapia marina’ en casos de caries, “ya que favorece un correcto pH bucal y la proliferación de bacterias saludables”.
En ausencia de agua de mar, nos recomienda hacer enjuagues de agua con sal marina, “dejando el líquido debajo de la lengua el máximo tiempo posible (unos 3 minutos mínimo), dos veces al día”.
“Podemos preparar nuestro enjuague con una cucharada de sal marina sin refinar en un litro de agua. Hervimos la mezcal para eliminar el cloro y dinamizar las partículas” -asegura José Ramón Sánchez- “Si tenemos agua de mar, no debemos hervirla ya que perderíamos muchas de sus propiedades”.
Cómo actúa la sal marina en determinados procesos bucodentales
Según la Dra. Arasa (Bloc d’Odontologia), “se ha demostrado que el agua de mar o la sal marina con agua es muy beneficiosa usada como enjuague”.
De hecho y en función de la experiencia de la Dra. Arasa, interviene positivamente en varios procesos bucodentales:
- Desinflama las encías: En toda inflamación hay acumulación de líquido. La sal que se absorbe a nivel tópico (no entra dentro de las células), quedándose en el líquido intercelular y volviéndolo hipertónico. Para compensarlo, la célula se deshidrata, expulsa el líquido y, por eso, la zona se desinflama rápidamente. Simplemente, las células necesitan que su salinidad interior y exterior sea la misma, así que si aumenta fuera, expulsan agua.
- Ayuda a prevenir las caries: Con la ingesta de alimentos, el pH de la boca cambia, se acidifica, facilitando la desmineralización del esmalte dental. Esto posibilita que las bacterias de la caries colonicen el diente. Por contra, la sal ayuda a acelerar el equilibrio ácido-básico a nivel tópico, gracias al intercambio iónico sodio-potasio a través de la membrana celular, favoreciendo que el diente no se desmineralice tanto e, incluso, se remineralice y dificultando que las bacterias formen la caries.
- Previene el mal aliento: El mal aliento (halitosis) tiene su origen en la boca, en el 90% de los casos, y la causa es bacteriana. Las bacterias que se alimentan de los desechos de comida no removida durante el cepillado de la boca originan compuestos sulfúricos volátiles y malolientes que se evaporan de forma rápida y son exhalados en el aliento. El cambio brusco de pH que provoca en la boca el equilibrio ácido-básico del agua con sal hace que algunas de estas bacterias desaparezcan disminuyendo el mal aliento.
Además, enjuagarse con agua tibia con sal ayuda a arrastrar los restos de comida no removida ni con el cepillo ni con el hilo dental, desinfecta, ayuda a calmar el dolor y a la curación de pequeñas heridas en la boca.
Agua de mar, consideraciones para consumo terapéutico
Antes de tratarnos con agua de mar cualquier patología bucodental, es muy importante saber que tiene un alto contenido en sodio y minerales y, que no tenemos ninguna contraindicación para hacerlo. Además es sumamente importante no excedernos en la dosis diaria recomendada y que suele rondar los 20 ml.
Igualmente, no debemos ingerir el agua de mar sin antes haber sido tratada, microfiltrada y envasada siguiendo estrictos controles y procesos de depuración y potabilización para su consumo. De esta forma estaremos seguros de que se ha eliminado toda materia orgánica de ella, así como cualquier trazo de impureza que puede contener debido a su exposición con el medio ambiente de donde se obtenga el agua.
Si bien es lógico pensar que, cuánto más virgen sea el sitio y de mayor profundidad, el agua será más limpia y con pocos o nulos contaminantes. También debemos de ser conscientes de que si consumimos agua de mar no envasada o que no ha pasado por los controles que fija la Administración (en concreto, la (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición-AECOSAN), nos exponemos a graves riesgos de intoxicación tanto química como microbiana.
Y, aunque existen métodos caseros para microfiltrar el agua de mar, es mucho más conveniente confiar en algún laboratorio que comercialice el agua ya filtrada y embotellada para evitar cualquier problema de salud.
Pero lo mejor, consultar a nuestro dentista y que sea él quién nos indique en qué casos, cuándo y cómo enjuagarnos con agua de mar. Recordaros que el exceso de sal puede provocar patologías en otras partes del cuerpo, y no todos necesitamos enjuagarla, por eso es importante consultar al odontólogo cada caso en particular.
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